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dimanche 13 mai 2012

A TODOS LOS MEXICANOS


A TODOS LOS MEXICANOS

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A Todos los mexicanos
México  atraviesa  por una situación por demás crítica en toda área sociológica. Por doquier encontramos daños  irreparables y pérdidas que pasarán decenas de años para que  los mexicanos  puedan solventar.
En condiciones muy cuestionables, entramos a un periodo de tiempo por demás difícil para toda sociedad mexicana. Entre los espacios personales que mayor atención debemos aplicar, después de procurarnos seguridad en nuestra integridad personal y familiar, tenemos la tarea más difícil: la de elegir nuevo Presidente para nuestro país que se encuentra dentro del más hondo paraje sin precedente en nuestra historia.
En nombre de La Democracia desde 1929, cada seis años hemos puesto nuestras esperanzas en candidatos que pensamos eran verticales,  gobiernos que iban a trabajar para y con el pueblo. Y no entregar nuestra soberanía a las potencias piratas que saquean países en subdesarrollo.
Después de seguir el mismo ritmo que marcan nuestros gobernantes, sexenio tras sexenio: encontramos algo que nadie lo puede negar: Una sociedad disgregada, desconfiada, agresiva y en alto nivel de apatía. Con crisis alimenticia, crisis de empleo, con moneda de plástico y con agudo índice de suicidios y de asesinatos por doquier.
Hay crisis global ¡por supuesto!. Pero eso no soslaya las formas tan degradantes que han utilizado nuestros gobiernos para saquear a uno de los países más ricos en biodiversidad y bioenergéticos en el mundo, pisoteando la dignidad y minimizando el poder de sobrevivencia de todos los mexicanos.
Sin remitir algún gobernante en especial, cada uno de nosotros sabemos las magnitudes de daño que hizo este, aquél y el otro.
Hoy en día respiro, a flor de piel, la desesperación de mi pueblo, así como la falta de pudor en que veo desplazándose a nuestros gobernantes.
Cuestionándome profundamente, sobre “el cómo los mexicanos unidos podemos revertir la condena en que nos han sumergido”, llegué a la más sencilla y simple conclusión: “En nombre de La Democracia hemos creado dictadores”, y como tal se han pronunciado, siguen condenando el  destino del país.
La única salida que podría arrancar a México de la reiteración de gobiernos voraces de poder se encuentra en dejar atrás la democracia que supuestamente aplican y que “funcionó” hasta mediados del siglo XX cuando empezó a cojear.
Ya en 1968 se demostró que no existía en lo absoluto. Y en los últimos 30 años empezó a ser una verdadera anarquía. Todos los gobiernos que hemos tenido, han evidenciado galopantemente la pérdida de la lógica, una y otra vez, han aplicado patrones de conducta no solamente anquilosados, sino inmensurablemente inservibles.

A ello se debe el término Democracia se haya vuelto motivo de burla entre los jóvenes de todo el mundo, especialmente en la juventud latinoamericana. Lugar común es escuchar por doquier que la democracia no existe.
Considero que si seguimos en esta inercia, heredada del milenio y siglo pasado y la última era, esto nunca se acabará. Sólo terminará hasta que los mexicanos lo queramos, hasta que sepamos cómo cambiar esta apatía de seguir como caballos con anteojeras que impiden ver hacia los lados, donde habitan millones de seres marginados. Sin contar los que viven en coladeras y bajo los concretos de las calles: lo que ya carecen de margen alguno.
Basta con ver de frente la situación en que se encuentra la mayoría de los mexicanos para mirar que “La visión completa de este panorama es una alarma de pavor” que nos está exigiendo adoptar una nueva cultura para la sobrevivencia del habitante.
Si no cambiamos todos los mexicanos el cliché de cómo elegir a nuestros gobernantes y que no sean ellos los que se elijan a ellos mismos, este país estará condenado a seguir muriendo.
Afortunadamente quedan mexicanos pensantes que saben que debemos pasar de victimados a originadores, la historia nos lo está exigiendo. ¡Todos somos México!
Y ¡así es!: Sólo los mexicanos, seremos los que tendremos que originar el nuevo sistema que habrá de gobernar nuestro país.
La forma más pacífica y mayormente segura para lograr poco a poco una real transformación “tener un gobierno decente”, estriba en que todos los mexicanos exijamos, de manera moderada, a los tres candidatos que queden electos para contender por Nuestra Presidencia que: Para obtener nuestro voto, antes de tomar El Poder, frente a todo México, nombren su gabinete de tal manera que cada una de las figuras de su preferencia sea docto en la materia que le asignen a ejercer. Que haya sido reconocido por la sociedad anteriormente y que sus certificados en grados educativos sean fehacientes. La única forma de darle apertura a la Nueva Cultura del ciudadano mexicano, es el aplicar el Sistema de Meritocracia.
Para empezar este sistema meritocrático, deberá aplicarse a todas y cada una de las figuras mayormente dignas, que consideremos suficientemente responsables y decentes para el cargo asignado.
Un cargo público de suma importancia como el de un Procurador General de Justicia de la Nación, debería tener por lo menos un doctorado en leyes, nada inferior a eso. Ser elegido por sus conocimientos, aplicación y mérito en materia de jurisprudencia. Todas y cada una de las figuras que designen a cargos públicos -salarios que paga el pueblo por servirlo-, deberán mostrar que han trabajado con méritos reconocidos en la materia asignada.
Si es asignado un Secretario de Cultura, debe ser una persona letrada, culta y con honores fehacientes en la materia. Un Secretario de Relaciones Exteriores, mínimo debe haber profesado maestrías en Relaciones “Internacionales”, ser catedrático sobre la materia simplemente para que tengamos un ministro que entienda históricamente orígenes culturales y en especial nuestras culturas ancestrales mexicanas. Con alto índice intelectual, no sólo para poder equilibrar nuestras Relaciones Exteriores ante el mundo sino para documentar a sus colegas, sobre la importancia histórica que legaron al mundo nuestras culturas ancestrales.
Y por supuesto, cada uno de los elegidos -no sólo para cargos del gabinete presidencial, sino desde la línea del primer poder piramidal hacia abajo-, antes de tomar cargo deberá declarar el monto de su patrimonio, así como comprobar fehacientemente, frente al pueblo, que ese patrimonio no proviene de ejercicios ilícitos o manejos fantasmas.
No está demás requerir que un prestigiado constitucionalista pudiese asesorar al Presidente sobre original innovación para corregir tantos cambios que, en las últimas décadas, los truhanes de la política le han endilgado a nuestra Carta Magna.
Que el servidor público elegido por el Presidente electo, no tenga antecedentes penales, ni haya sido señalado socialmente por sospecha de hechos ilícitos, que no haya sido un ente cuestionable, mucho menos que tenga demandas congeladas.
Somos nosotros los que tenemos el deber de dárles la solución. Ya no tenemos tiempo de seguir amordazados por el miedo de qué dirán, qué me van hacer, qué perderé, qué me van a quitar.
Los que piensen que este planteamiento es una utopía, no solamente pueden estar más que equivocados sino que, de antemano está viendo a todo su pueblo ya derrotado, y condenado a la resignación. Si no escuhamos el clamor de nuestra tierra, seguirémos rodeados de dementes originados por tanto analfabetismo provocado intencionalmente por los que dominan y se benefician del país.
No piensen que es imposible. Ya hemos presenciado que hasta lo imposible es posible. Y sobre este objetivo debemos actuar de inmediato.
Los mismos que se están candidateando tienen muy en claro en qué circunstancias recibirán al país. Aún que los veamos en campaña rodeados de gente indeseable, legalmente cuestionable y señalada por el pueblo por negros antecedentes. Deseo pensar que son ellos los que buscan el voto de nuestra confianza.
No vamos a preguntarles qué pueden hacer por nosotros, le diremos qué es lo que nosotros podemos hacer por todos los mexicanos: Sin violencias y sin ningún tipo de colapsos. Simplemente es aportarles una salida de conocimiento y reflexión mexicana: Hay mucha ignorancia en los cuatro poderes. Estamos obligados a ayudárlos, ayudándonos.
Y sabrémos quién será el que tenga verdadera profesión de servicio. Tenemos  evidenciado que “El que no vive para servir, no sirve para vivir”
Si somos fieles a nuestra historia y a nuestro actual presente, sabrémos cómo descifrar el futuro que deseamos para los hijos de los hijos de nuestros hijos.

Julie Furlong
“No temo al enemigo, temo a la democracia: De sus adentros brotará la anarquía. Ni siquiera los dictadores la soportarán” Sócrates

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